Los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos. Proclaman abiertamente que sus objetivos sólo pueden ser alcanzados derrocando por la violencia todo el orden social existente. Que las clases dominantes tiemblen ante una Revolución Comunista. Los proletarios no tienen nada que perder en ella más que sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo que ganar. - Carlos Marx y Federico Engels "Manifiesto Comunista"

lunes, 28 de octubre de 2013

EL PACIFISMO DE GANDHI Y LA LUCHA POR LA INDEPENDENCIA DE LA INDIA

Este articulo fue sacado en el Foro Comunista hablando sobre Gandhi y su supuesta ayuda hacia el pueblo indio para alcanzar la independencia. 

Con este articulo mostraremos qué tan reaccionario ha sido este agente del imperialismo inglés.

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(Señor que se cree pacifista y agente del imperio inglés)


Antes de Gandhi por supuesto hubo una intensa agitación y lucha popular contra la colonización inglesa, especialmente con la acción campesina y grupos tribales o castas, que incluyeron distintas formas de resistencia e incluso levantamientos. Todas esas acciones reflejaban la profunda división de la sociedad y se realizaban de manera parcial e inconexa, lo que favorecía a los ingleses. La primera acción unificadora la realizaron los soldados indios vinculados al ejército colonial que en 1857 se levantaron contra el abuso racial y religioso. En gran parte del país se realizaron acciones solidarias de los campesinos y de quienes habían estudiado en Gran Bretaña. Estos últimos, en 1885 fundaron el Partido Congreso Nacional Indio (C.N.I., también llamado Partido del Congreso) para defender los intereses de los indios bajo el régimen colonial. 


Para 1908, uno de los dirigentes del (CNI), Balgangadhar Tilak fue sentenciado por escribir a favor de los terroristas que actuaban en el Estado de Bengala. La corona le condenó a prisión, pero ello provocó la primera gran acción de masas ligadas al Congreso Nacional Indio, con una huelga obrera principalmente en Bombay (hoy llamada Mumbay) que duró seis días, uno por cada año de condena a Tilak. Esa acción es considerada el aparecimiento de la clase obrera como fuerza política. 


Gandhi llega a la India con un prestigio importante y en momentos en los cuales crecía la lucha por la independencia, y también el interés de una burguesía india que entró en contradicciones con los ingleses, aunque mantenían una relación de dependencia con los colonizadores. Para los demás, cabía solo cumplir el rol que la casta determina para la vida de cada uno, de acuerdo al sistema de castas que divide a la sociedad indú y que logra un alto nivel de conformismo en las mayorías. 


Las visiones sobre el momento eran distintas. Gandhi, por su parte, señalaría: “... Si yo considerase necesario para la salvación de la India que los ingleses debieran retirarse o ser expulsados, no dudaría en declararlo, y creo que estaría preparado a morir en defensa de tal creencia.” (6 de febrero de 1916). Su labor entonces fue la del diálogo y la negociación con el Virrey inglés. Cabe señalar que en esos años, dejando de lado su pacifismo, decidió apoyar a Inglaterra en la Primera Guerra Mundial, reclutando voluntarios que acompañaran a esas tropas y curaran a sus heridos. No se expresó contra esa guerra ni la quiso aprovechar para acelerar el camino a la independencia.

Más aun, un reconocido apologista de Gandhi, Louis Fischer, relata: 
En julio de 1918, Gandhi reclutó elementos para el ejército británico, en la ciudad y en las zonas rurales. No puede haber aparcería entre el bravo y el afeminado. Somos contemplados como un pueblo cobarde. Si deseamos estar libres de ese reproche, tenemos que aprender a usar las armas. Los campesinos, en las aldeas, replicaban: “Eres apóstol de la no—violencía”, decían, “¿Cómo puedes pedir que tomemos las armas?” “La aparcería con el imperio es nuestro objetivo bien definido”, respondía Gandhi.

Extraña “aparcería” y lealtad de quién se pronunciaba como luchador por la independencia. La corona inglesa entendió el crecimiento durante esos años de las manifestaciones independentistas en las distintas clases sociales e inició reformas en 1918, con un proyecto que creaba gobiernos provinciales diárquicos”, que contaban con parlamentos electivos en los que participaban las castas más altas de la India junto a los ingleses. El gobierno central se mantenía directamente ligado a la colonia y esto fue rechazado por el Partido del Congreso, incluyendo a Gandhi que cambió hacia esta posición ante otras medidas inglesas, mientras otros, que aceptaban las reformas, se retiraron para formar un débil partido liberal. Inicia entonces Gandhi la enseñanza masiva de la satyâgraha y sus fundamentos religiosos para generalizar la lucha.


Su llamado a la conciliación de clases fue permanente: 


En la India no queremos huelgas políticas… Debemos ganar control sobre todos los elementos desorganizados y generadores de disturbios… No buscamos destruir al capital o los capitalistas, sino regular las relaciones entre el capital y el trabajo… Queremos aprovechar al capital a nuestro favor. Sería una locura animar simpatía hacia las huelgas.


Para el 30 de marzo de 1919, Gandhi y el Partido del Congreso convocan a una jornada de oración y ayuno, que incluía la paralización de labores. La mayoría de trabajadores la asumieron como una huelga que dio inicio con grandes marchas y cierres de vías, pero la represión fue violenta. En el estado de Punjab, ya el 13 de abril se produjo una matanza; un millar de personas quedaron heridas y 379 estaban muertas. Gandhi condena por igual a los luchadores y a los represores, además de plantear con base en el induismo que los “culpables” deben expiar su violencia (lógicamente eso solo lo pidió para los indios y no para los ingleses). 


La huelga general fue el aspecto clave de la lucha social ese año y no las acciones no-violentas. Eso provocó el temor no solo de los ingleses sino de la burguesía India que tenían claro que la acción de masas era necesaria para lograr su independencia, pero querían alejarla de la influencia que entre obreros y campesinos ya tenía la revolución soviética de octubre de 1917. Entonces dirigen su mirada a Gandhi y este gana importancia que se acrecienta con la fuerte o prisión de otros líderes independentistas. 


A partir de aquí continuaría la lucha, pero la frenaría de inmediato a la menor acción violenta de las masas que ponga en peligro bienes y personas o el mismo respeto a la ley del colonizador, ante la cual se inclinó cuando fue arrestado en 1920. Predica a favor de la unidad de clases al interior de la India pidiendo a los ricos ser “honestos” con los pobres. El mensaje permitió la unidad entre industriales y campesinos ricos que financiaron la actividad y propaganda de Gandhi (como los grupos Sarabhais, magnates textiles y Birlas, segundo grupo industrial de toda la India) recursos que no cambiaron su personal vida sencilla, pero que si permitieron la movilización de miles de trabajadores ante sus llamados. 


Su oposición a que una casta oprima a otra no llegó a expresarse en un llamado a destruir el sistema de castas en sí mismo. La guerrilla popular que luchaba por la independencia y el inicial movimiento obrero, en cambio, eran perseguidos con brutal violencia tanto por el Virrey de la colonia británica como por esos burgueses indios y las castas altas. Sus condiciones de acción política eran mucho más difíciles. Gandhi nunca buscó nexos con esos movimientos. En la siguiente gran ola de luchas de masas, en los años 1921—22, el Partido del Congreso llama al Movimiento de No-cooperación, que a pedido de Gandhi se da por terminado cuando una multitud en Chauri—Chaura responde a la agresión policial y mata a 22 soldados. Luego el Partido del Congreso pide no realizar protestas cuando 19 indios son asesinados en retaliación. Eso no era la no-violencia activa, sino la simple conformidad ante la represión.


Las acciones de esos años demostraron la fuerza del movimiento independentista a lo largo de la India, conectaron las luchas parciales con la demanda de salida de los ingleses y aumentaron el liderazgo de Gandhi, que se convirtió en el líder más prominente del partido del Congreso Nacional de la India. 
Remodeló al partido en una organización de masas con una estructura piramidal cuyos comités de base estarían en las pequeñas aldeas campesinas.


La debilidad de las demás organizaciones se expresó en su incorporación al C.N.I. En 1927 M. N. Roy quien había sido co-autor, con Lenin y Stalin de las “Tesis sobre la Cuestión Nacional y Colonial” adoptadas por la Internacional Comunista (I.C), también llamó a la disolución del Partido Comunista de la India en el Partido del Congreso, poniendo a sus militantes bajo la conducción de los nacionalistas burgueses. No todos los comunistas siguieron la línea de Roy que luego fue francamente derechista, pero el debilitamiento de su lucha era evidente por la falta de independencia de clase.


Esos hechos no significaban sin embargo que se hubiera reducido la influencia de los revolucionarios soviéticos, al grado que el mismo Gandhi diría que “la devoción a un ideal de tales titanes de espíritu como Lenin, debe fructificar. La nobleza de su entrega debe ser un ejemplo a través de los siglos que tendrán, y su ideal alcanzará la perfección”. Una obra que no tenía nada que ver con la conciliación de clases de Gandhi. A partir del término de la Primera guerra Mundial que dejaría muy debilitado al imperialismo, cada campaña de masas de desobediencia civil convocada por Gandhi (1920—1922, 1930—1933, 1942) tuvo lugar cuando el capitalismo británico se encontraba en dificultades, y en los que se fortalecía la oligarquía nacional, pero llamaba a la paz e incluso a la inactividad en los momentos en que la clases trabajadoras insurgían.


Esto lo hizo también en 1928 cuando se dio el segundo levantamiento y la campaña contra la comisión del Parlamento Inglés que visitaba la Colonia. En 1930—33, Gandhi tras haber prometido que el Movimiento de Desobediencia Civil convocado sería una lucha “hasta el final” por la autoderminación India, logró solo ciertas concesiones y ello llevó al desencuentro de muchos de sus compañeros de partido, como Nerhu, quién señaló que así las palabras llegaban a su fin, porque tras muchos sacrificios se terminaba en algo insignificante oculto en un discurso religioso y sentimental.




Para abril de 1946 ante el amotinamiento de los marinos indios en Bombay y la negativa de los soldados de disparar contra ellos, el Partido del Congreso y Gandhi se negaron a brindarles apoyo quebrando su acción de lucha. Las huelgas solidarias de obreros y acciones similares de soldados de origen indio puso en graves aprietos a Gandhi, pero él se negó a sumarse al apoyo a pesar de que las acciones siempre fueron pacíficas. Kala Pani, la prisión de la isla Andamán, albergaba a 80.000 presos políticos en esos días.




Durante la Segunda Guerra Mundial, el pacifismo de Gandhi es, por lo menos, confuso. Gracias a la política del C.N.I de apoyar los esfuerzos bélicos de Gran Bretaña, la India “colaboró” con un ejército de más de dos millones de hombres, suministró municiones y convirtió su economía en economía de guerra. Los soldados indios intervinieron en África, Italia y Birmania. Gandhi sin embargo insistiría en sus llamados a la no—violencia dirigidos a las víctimas de la Guerra. Después de la invasión de los Nazis a las Islas del Canal de la Mancha (1940), mandó un mensaje al pueblo británico pidiéndoles que: “Dejen las armas, por cuanto éstas no van a servir para salvarles a ustedes ni a la humanidad. Deben invitar a Hitler y Mussolini a que tomen todo lo que quieran de sus países. Si quieren ocupar sus casas, váyanse de ellas. Si no les permiten salir sacrifíquense a ellos, pero siempre rehúsen rendirles obediencia”.


Es preciso recordar otro texto de Gandhi sobre esa Guerra Mundial: "Hitler mató cinco millones de judíos. Pero los judíos habrían debido ofrecerse en masa al cuchillo del carnicero. Habrían debido lanzarse al mar por su propio pie desde la cumbre de los acantilados (...) esto habría sublevado al universo y al pueblo alemán (...) de todos modos, sucumbieron por millones de una manera u otra”.




¿No hubiese sido mejor que con todas las formas de lucha enfrentasen al fascismo y acortaran la vida del régimen de Hitler?
¿No era preferible que hubiesen muerto con mayor dignidad en el campo de batalla? ¿Lo que Gandhi pedía no era facilitarle el trabajo al carnicero?



LA INDEPENDENCIA


(Hola, soy Gandhi. Estoy negociando la independencia de India con los ingleses)

Jacques Pouchepadass, de la escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de Paris señala que a partir de la I Guerra Mundial los independentistas de la India luchaban contra un imperio que había perdido la supremacía económica en el mundo y que estaba dispuesto a enfrentar de manera pragmática la evolución de los acontecimientos. En la India y demás países coloniales, por otro lado, se vivía un despertar político alimentado por la Revolución de Octubre (Bolchevique) que marcaba la experiencia de naciones que convivían sin la opresión de una por la otra.



Por ello, a decir del mencionado historiador, los ingleses iniciaron tempranas negociaciones con el Partido del Congreso encabezado tanto por Gandhi como por el nacionalista socializante Jawaharlal Nehru; al mismo tiempo que con la Liga Musulmana y los principados cuyos reinos abarcaban casi un tercio del territorio. Esas negociaciones se suspendieron ante la imposibilidad de que estos tres sectores llegasen a acuerdos y el inicio de la Segunda Guerra Mundial, pese a la insurrección de 1942. En todo este tiempo, “Gran Bretaña adoptó una política flexible frente al problema indio: represión de los desórdenes a corto plazo y liberalización constitucional por etapas … Las reformas de 1919 y 1935 aumentaron progresivamente la participación de los indios en la gestión de los asuntos públicos.” (Pouchepadass, J. pp.57).




Muchos historiadores consideran que lo que cambió la correlación de fuerzas y se convirtió en la mayor amenaza para los británicos, fue el momento en el cual 55 mil soldados indios desertaron para construir un “Ejército Nacional Indio” dirigido por el miembro de la directiva del partido del Congreso, Subhas Chandra Bose, que había decidido además buscar el apoyo japonés para conseguir la independencia de la India.



(Gandhi y su amiguito Subhas Chandra Bose quien se unió al Eje en la II Guerra Mundial)


Eran hombres bien armados, entrenados o que lucharon en la Segunda Guerra Mundial, pero ante la superioridad de los ingleses fueron derrotados. Sus líderes fueron encarcelados en procesos que se suspendieron en 1944 demostrando la debilidad del imperio en condiciones de crisis insurreccional. Tras la guerra y viendo el peligro de más levantamientos y del enfrentamiento generalizado ante un ejército indio que no iba a seguir la línea de la no violencia y al que se sumó la huelga de marinos de febrero de 1946 con gran apoyo obrero, el imperio británico aún más debilitado realizó rápidas negociaciones para salir de India, así como de varias de sus colonias en Asia y África que vivían condiciones similares de total debilitamiento del poder colonial.



En la India, la independencia se realizó el 15 de agosto de 1947, garantizando que ésta permanecería en la Commonwealth, agrupación de países que reconocía la supremacía de la corona inglesa y su relación con sus antiguos colonizadores. Además, debieron aceptar la división en dos países, naciendo Pakistán como territorio para los musulmanes. Hay quienes, incluyendo a su asesino, ponen la responsabilidad de ello en el mismo Gandhi, quién apoyó el ingreso de los musulmanes al Partido del Congreso y no quiso la división, pero que con sus políticas no fue capaz de evitarlo.



(Jawal Nehru, primer ministro de la India después de la independencia)


El 30 de enero de 1948, pocos meses tras la independencia, el Mahatma Gandhi fue asesinado por un fanático religioso hindú en Nueva Delhi. El gobierno independiente, con Nehru en calidad de Primer Ministro, impuso una constitución que convertía al país en una república democrática, parlamentaria, laica e igualitaria. En la práctica fue un régimen democrático liberal dando al estado control sobre los transportes y otras empresas, pero sin afectar la propiedad de los grandes millonarios.



Con estos datos y los anteriormente presentados, se entiende que:

  1. La burguesía india no llevó adelante un proceso revolucionario sino una transición en la forma de dominación. Se pasó de una colonia a una neocolonia y la burguesía india ganó control y poder sobre la mayoría de su pueblo.

  2. Para los colonizadores era adecuado negociar con Gandhi y no con los sectores revolucionarios (a los que nunca llamó a la mesa de negociaciones), de manera que los propios ingleses levantaron la figura de Gandhi. El británico (que un tiempo trabajó para la C.I.A.) George Orwell, señaló que: “Estrictamente hablando, como nacionalista fue un enemigo [de los británicos], pero desde cada crisis en las que podía exponerse a sí mismo para prevenir la violencia que, desde el punto de vista inglés era prevenir cualquier acción efectiva, ellos lo consideraban “nuestro hombre”. En privado esto fue cínicamente admitido. La actitud de los millonarios de la India fue similar… Naturalmente lo preferían a los socialistas y comunistas quienes, llegado el caso, les habrían quitado sus riquezas.”

  3. El apoyo a las tesis morales de la no—violencia era para la burguesía expresión de su propio miedo ante la posibilidad de que las masas de la India se levantasen.

  4. El uso de la religión, por parte de Gandhi, más allá de sus insistentes escritos que hablan de respeto a otros credos, fue parte del agravamiento de los conflictos en un país que buscaba ser laico. No solo es cuestionado por las condiciones al ingreso de los musulmanes al Partido del Congreso, sino que se opuso también a que los “Intocables”, hombres y mujeres del más bajo nivel de castas tuvieran participación como sector específico, por considerar que si se promoviese a los “sumergidos” se pondría en peligro al hinduismo.

  5. Podemos decir entonces que la independencia de la India fue el resultado de la conjunción de una serie de factores que hacían imposible mantener el régimen colonial y que llevaron a la negociación antes de que la agudización de las contradicciones internas e internacionales llevasen a un estallido social que hubiese también puesto en peligro la dominación de clases.

  6. La priorización de la lucha nacional en la mayoría de las veces redujo atención a la lucha de clases y aquello permitió el pleno liderazgo de la burguesía e incluso de los viejos principados, frente a trabajadores poco conscientes de su propia tarea histórica y de la posibilidad de anexar la lucha por la independencia con la lucha por la emancipación de los trabajadores, las mujeres y las tribus y nacionalidades oprimidas. Ello facilitó el liderazgo de Gandhi ante las masas.

  7. La violencia política estuvo presente en todos esos años y es la creación de un “Ejército Nacional Indio” en lucha por la independencia, lo que más asustó a los ingleses. También los levantamientos que convocó Gandhi escalaban a convertirse en confrontaciones violentas, acontecimientos tras los que se decidió su prematura suspensión. La independencia de la India no es una victoria de los métodos gandhianos, sin que eso signifique reducir su importancia, pues como hemos señalado era el más importante líder de las masas de la India en esos años y en las condiciones específicas del momento.

  8. Hoy no es la línea gandhiana la que marca la vida política en la India. Su influencia se estaba reduciendo hasta que la burguesía en el poder decidió levantarla a través de la educación pública. Sin embargo, la violencia estructural propia del capitalismo e incluso el sistema de castas, prohibido legalmente, tienen vida permanente en una nación donde la mayoría soporta pacíficamente la pobreza extrema, porque eso le manda su religión.


EL VERGONZOSO PACIFISMO DE UNOS POCOS


La nuestra es una época en la que se ponen en debate los cambios sociales y las vías para lograrlos. Uno de los temas recurrentes, es el camino del pacifismo y, para ello, se ubica a Gandhi como la figura central y se pretende, una vez más, poner el discurso de una supuesta moral universal por encima de la realidad. La lucha por la revolución y el socialismo tiene un profundo contenido ético que debe reflejarse en la vida de los revolucionarios, pero a diferencia de los que se apoyan en las religiones, aquí no se puede hablar de una ética al margen de la realidad y de las clases sociales en pugna. 

Algunos pretenden simplemente imitar expresiones de Gandhi, repitiendo que “NO puede haber "violencia mala" y "violencia buena", "violencia justa" y "violencia injusta", "linchamiento condenable" y "linchamiento aceptable"”. En otras palabras, si estos individuos fueran consecuentes con sus palabras, juzgarían que Bolívar es imperdonable; el Che que reclamaba ser implacable con los enemigos del pueblo es un “linchador”; Rumiñahui debió haber aceptado la conquista realizando algún acto simbólico de reclamo; Jesús nunca debió sacar violentamente a los mercaderes del templo; y, la resistencia iraquí, resulta tan culpable como Bush y el imperialismo. Si, como dicen estos pocos “pacifistas”, no hay violencia legítima, ligada a la liberación de los pueblos, entonces se debe aceptar eternizar la violencia de los poderosos, la cotidiana, la de la pobreza a que el propio Gandhi calificara como la peor violencia que hay. Que digan que la “no violencia activa” no es conformismo sino una resistencia con más resultados que si se recurre a la violencia, es solo recurrir a una frase sin valor histórico. Esa resistencia, que sin duda en determinadas personas llega a ser heroica, lamentablemente es insuficiente, incapaz de los cambios sociales trascendentes. Atrás de ese burdo “pacifismo” hay un abuso del nombre de Gandhi, como hemos visto, y no solo se olvida el análisis de clase, que es indispensable para entender la realidad social de nuestros días. Se olvida además otras expresiones de quienes incluso sin asumir posiciones revolucionarias señalan la necesidad de la violencia legítima de los pueblos, como el Preámbulo de la Declaración de los Derechos Humanos que determina que los pueblos pueden recurrir a la rebelión contra la tiranía y la opresión; la Encíclica Populorum Progressio de la Iglesia Católica que defiende la legitimidad de la ‘guerra justa’ y de la revolución popular en caso de tiranía prolongada e inamovible por otros medios; que la Jihad islámica es lucha por el perfeccionamiento interior pero también defensa armada de los derechos de un pueblo; y que, hasta las leyes burguesas reconocen la legitimidad del asesinato en defensa propia. No hay doctrina con sentido histórico que no reconozca los límites de la acción pacífica frente al poder que usa toda su fuerza para mantener la opresión. Pero a despecho de unos “equivocados” gandhianos que utilizan ese nombre más que para otra cosa como un justificativo para atacar a los revolucionarios y pedir represión y juicios, como si eso no fuera llamar a la violencia de los poderosos, el mismo Gandhi utilizó la metáfora de la India como una joven amenazada de violación: "describiendo en cierta ocasión a la India como una joven atacada por un soldado, Gandhi había dicho que ella debería luchar contra él con uñas y dientes en lugar de someterse a la violación. La violencia era preferible a la cobardía".


LA INCAPACIDAD DEL PACIFISMO COMO SALIDA A LA OPRESIÓN



El romanticismo alrededor de una posible solución pacífica, incluso de cambiar el mundo y terminar con la explotación capitalista, trajo los resultados conocidos en Indonesia, con más de medio millón de asesinados por la posterior dictadura al derrocado gobierno izquierdista; creer en la vía pacífica trajo el asesinato y exilio de decenas de miles de chilenos tras el golpe contra el gobierno de Allende. ¿Aceptarán los pacifistas su responsabilidad por tanta sangre derramada? Por el contrario, no existe ni una sola exitosa transformación social por medios pacifistas, ni la independencia de la India donde tras de su independencia bien pudo haberse dicho “último día de despotismo y primero de lo mismo”. 

La violencia revolucionaria no es una opción, sino una necesidad porque los poderosos no ceden voluntariamente sus beneficios ni su poder. Cuando lo han hecho, ha sido por la presión y la fuerza de las masas. El pacifismo, además, se ha demostrado una y otra vez ineficaz en prevenir las guerras a lo largo del siglo XX e incluso llevaron a la impotencia a quienes tenía que luchar contra los causantes e interesados en la guerra. Los marxista—leninistas desde luego deseamos la paz y luchamos por ella, pero sabemos que para poner fin a la guerra y a la violencia hay que terminar con la desigualdad social anulando la existencia de clases sociales. La guerra es parte sustancial de la existencia del imperialismo y la violencia adopta la forma de represión en manos del Estado capitalista para arrancar la riqueza de manos de los pueblos y los trabajadores. 

Violencia y guerra no son parte de una eterna “naturaleza” humana que no existe, sino resultado de las características del sistema capitalista, así como lo fue de todas las sociedades anteriores dividas en clases. Por ello la lucha contra el sistema capitalista, con todas las formas que esta pueda adoptar, es indispensable. Cualquier otro camino está más cerca del romanticismo que puede ser atractivo y agradable, pero inútil en la realidad social. 

El pacifismo tiene esa incapacidad porque no ve las reales causas de la violencia y por tanto cree que es solo un problema de actitudes individuales, algo en lo que empata con el posmodernismo que promovieron los neoliberales. Así esa prédica de paz puede ser asumida por las clases dominantes, pero no es llevada a las acciones porque eso significaría renunciar a su propia existencia como dueños del poder, renuncia que no se ha visto hasta hoy en la historia. Pero cuando el pacifismo es asumido por las clases oprimidas, a modo de consuelo y esperanza en un futuro mejor, las deja incapaces de asumir su responsabilidad histórica y de luchar con todas sus capacidades y por las vías que sean necesarias. Y de eso sí tiene ejemplos la historia, siempre en beneficio de la conservación del sistema. 

El sistema capitalista, que antepone la competencia y la lucha por la acumulación del capital por encima de cualquier otra razón social, lleva allí, en su corazón, la raíz de la violencia que es, por tanto, cotidiana y estructural. Así que, el único medio de acabar con la guerra es acabar con el sistema que la genera, y reemplazar la producción competitiva que busca el beneficio individual, con producción colectiva que busca la satisfacción de las necesidades humanas y la emancipación de los hombres y mujeres. 

No asumir este análisis de clase, es pretender que con cambio de actitudes (imposible, como hemos visto, aunque puedan existir escasos ejemplos individuales) es posible el capitalismo sin violencia y sin guerra. Mucho más grave es cuando a burgueses que se enriquecieron gracias a la explotación de los trabajadores, violencia diaria y masiva, se los pone de víctimas en el momento que esos explotados se hartan de su miseria y reclaman sus derechos, buscando zafarse de las amarras del sistema y respondiendo duramente a los que los condenaron a vivir dolorosamente. Eso, es hacer el juego a los políticos burgueses y reformistas y pretender justificar tal acción bajo la bandera del pacifismo. 

Lenin en su texto "Socialismo y Guerra” señala además que los períodos relativamente pacíficos en el marco del capitalismo son solo momentos de preparación de períodos en los cuales la competencia capitalista se expresará con mayor violencia. El capitalismo sin violencia abierta, entonces, no solo que no es posible sino que prepara nuevas guerras. Distinta es la discusión sobre los métodos de lucha. Los comunistas señalamos la necesidad de emplear TODAS las formas de lucha que contribuyan a generar conciencia revolucionaria en las clases y naciones oprimidas, que lleven a su organización social y política, que debiliten a los enemigos principales y que permitan una más clara dirección del partido revolucionario del proletariado. Y, al decir todas, por supuesto incluimos formas pacíficas e incluso el usar instrumentos del propio sistema como pueden ser determinadas leyes o las elecciones. Cada resquicio de democracia debe ser aprovechado a favor de los de abajo, pero siempre evitando caer en ilusiones sobre el sistema, siempre para poder ir más allá hacia la construcción del socialismo, que solo es posible sobre las cenizas del capitalismo. 

Las formas pacíficas, las expresiones de carácter simbólico, son útiles para la acción del proletariado y los revolucionarios y nadie puede subestimar su uso en los términos señalados. Pero ellas no pueden suplantar la acción directa de las masas, su proceso de aprendizaje para enfrentar con violencia revolucionaria a la violencia de la reacción. Hay, una vez más, que aprender a analizar la situación concreta y esa es tarea de cada organismo revolucionario y esto forma parte de la construcción de la célula como comité revolucionario en su lugar de trabajo.

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